domingo, 23 de febrero de 2014

Artículo 5. La cama no siempre se cubre de pétalos de rosa.

Cierto. Algunas de nosotras querríamos que nuestra cama estuviera cada noche llena de pétalos de rosa, que hubiera unas velas rojas y que oliera a un perfume que nos embriagara los sentidos, que tuviéramos cerca una copa de fresas con nata, un poco de cava, y la cama llena de corazones.

Y ya de paso que nuestro hombre estuviera en la cama esperando paciente a que nosotras apareciéramos por el dormitorio, como es lógico sin saber nada de lo que hay organizado.

Pues eso debe ser algo que solo pasa en las películas.

No conozco yo a ninguna fémina que se haya encontrado algo así en su cama ni en la noche de bodas.
Por supuesto yo tampoco. Lo más que he tenido yo en mi cama ha sido un ramo de flores con una rosa para mi 31 cumpleaños. 

Y es que yo creo que nosotras pedimos mucho en determinados momentos, pero los hombres tampoco ponen mucho empeño en fomentar a veces un ambiente diferente.

Eso sí, tu le oyes a tu chico decir que quiere que lleves un tanga rojo, o un picardías negro, la próxima vez y te compras todo lo que deseé en una buena lencería. 

Si les pides flores te dicen que no tienen cerca una floristería, el chocolate engorda, el cava se sube a la cabeza... todo son pegas. Pero eso sí, ellos tienen encima de la mesilla el paquete de tabaco para el "cigarrito de después", los que no fuman pues, tienen el pijama bien organizado para dormirse justo después de acabar el acto.

Ellos van a lo directo, a mojar la pluma en el tintero, y tienes suerte si antes de pasar a la acción, intentan calentar motores y dedican unos minutos a los preliminares. 

Eso sí, no todo es malo en ellos, pobrecicos, se conocen a la perfección todas las zonas internas de una mujer aunque sea porque las han visto en una peli x o en las revistas guarras que ocultan bajo la cama.
Velas no encienden, pero a nosotras nos hacen arder rápido como si fuéramos cerillas.


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