lunes, 19 de febrero de 2018

Agujeros y chocolate



La palabra siesta es un pedazo de lujuria para ellos.
Esos amigos que se aman libremente, pero que se deshacen en arrumacos.

Compartir espacios y cama, compartir tiempo y sueños, derrochar el amor hacer la guerra.

Y es que las siestas de la carne comienzan con un masaje, donde las manos se desplazan por dos cuerpos temblorosos, casi desconocidos.
Ella le acaricia la espalda, él le dice bajito que se siente agusto. Que le bese.... Y ella apunta con sus labios en el tapiz de piel.... Te quiero libre.

Él se da la vuelta, y Maria le besa el cuello, le muerde los pezones, y se acerca con calma a los labios de su Ángel, bésame, bésame todo.

La ropa incomoda, todo sobra, y los cuerpos se muestran tal cual, quiero sentir tu cuerpo dice Maria, no hay mejor abrigo que tu piel.

Ella desliza su lengua por todo el cuerpo de su compañero, y él le acaricia el pelo, quieren amarse sin tregua.

Me dejo llevar, me entrego a tí, hazme tuya, solo ese instante, le dice. María boca arriba espera que su amante la derrita, cierra los ojos y siente como unos dedos fríos acarician sus senos, y un dedo se introduce en su boca.... ¿Chocolate? Siiiiii, dulce pecado.

Tiembla, sabe que en algún momento una verga descomunal la hará vibrar, pero pide que sea despacio, con sentido, con pasión, con tacto, y él consciente de que María arde en deseos la va penetrando, suave, lento, húmedo....

Ella gime de placer y a horcajadas, se remueve por la cama, se muerde los labios para no gritar, se empieza a ir.... Siiii, la piel se siente, María y Angel se funden en un beso, se pellizcan, se miran..... María se corre dos veces, los encadena....

Ella le promete perderse por un agujero negro, en busca de tesoros ocultos, y lubrica sus dedos, investiga, como una exploradora, y encuentra en lo más profundo un punto solo al alcance de pocos...  Quiere que él disfrute, que explote en sus pechos, y atrapa el miembro de su amante entre los senos, y la agita, él quiere que María disfrute de su leche y no se resiste, quiere leche y se afana en hacer explotar todo. Que se vacíe su amante, que le entregue todo, y mientras un dedo gira en lo profundo, muerde unos pezones duros y al fin ella se sacia sorbiendo todo lo que él le entrega.

María se recuesta en el pecho de Ángel, el acaricia la melena de ella, y ella apenas puede hablar. Quiere más siestas como esa.
Quiere vibrar, sentir, fluir, quiere sexo, amor, amarse libre. Amarle a él y ser amada.