domingo, 16 de marzo de 2014

Relato sexual.

Hoy combino en este blog, mi faceta de escribir, con uno de los mejores placeres del mundo.
Siendo este un blog de temas sexuales, obviamente el relato es erótico, y no, no está basado en una experiencia real. La vida sexual de cada cual, se queda en la cama de cada uno.
...............................................

No se habían visto nunca a pesar de vivir en el mismo distrito, pero se habían imaginado demasiadas veces, tantas como noches y tardes hay en tres meses.

Paula y David, sintieron deseos irrefrenables de comerse la boca nada mas verse por primera vez, la noche invitaba a ello, pero ella con un dedo en los labios de David, lo hizo calmar y pedirle paciencia.

Lo bueno se hace esperar, le dijo Paula, conteniendo todas sus ganas y apretando las piernas.

Tampoco se hizo esperar demasiado. El calor del verano encendió las hormonas como una hoguera de San Juan, y olvidaron ambos que estaban en medio de la calle rodeados de gente, en el céntrico punto donde queda media ciudad con la otra media.

Echaron a correr entre la multitud, escapaban en busca de un lugar tranquilo donde dar rienda suelta a la pasión. Ella vivía sola en un pequeño y coqueto apartamento, y aquel parecía el lugar idóneo para poner en erupción el volcán de la piel.

Todo sucedió como lo imaginaron una noche, Ambos de pie, sudorosos, pero oliendo a fresco, con su canción de fondo. (Europa de Santana), se miraron frente a frente, David le guiñó un ojo a Paula, y ésta entendió perfectamente la señal. Bésame, le dijo David, Y la par que sus labios se retorcían, las manos se iban deshaciendo de la ropa. El vestido de Paula voló por la habitación, mientras ésta se distraía con los botones de la camisa de David, uno a uno, despacio, sin prisa, disfrutando de lo que se veía.

Adiós camisa. David, temblaba, las manos de Paula le recorrían el cuello, sus labios le soplaban su fresco aliento en las orejas, y ambos cayeron como hielo derretido sobre la cama. Ella debajo, sometida al antojo y placer de David, quien de rodillas, miró hacia abajo, Paula no pudo por menos que desabrochar la hebilla del cinturón de David,  pues debajo de aquellos vaqueros ya de por si apretados, faltaba el oxígeno.

Poco quedaba ya por descubrir, la ropa interior empezaba a incomodar, (cuando hay deseo, todo incomoda). Ambos cuerpos, ya desnudos, se mezclaron, como café con leche, ella tenía la piel muuy clara, él estaba algo moreno de tantas tardes en la piscina.
David se entretuvo con los pechos de Paula, nunca los había visto tan grandes, le dijo, ella sonriente se enredaba con los pelillos del pecho de David, no había muchos, pero invitaban a la perdición más absoluta.

Paula pidió ponerse arriba por una vez, y de rodillas frente a David, le fue besando poro a poro toda la piel. David se abandonó por completo a los deseos de aquella ardiente dama, respiraba intenso, temblaba, a pesar del calor, pidió sin apenas voz que aquello no parase, ¡Por lo que más quieras no me dejes así! Paula no paró, no descansó hasta quedar atrapada entre las piernas de David. Aquel miembro de proporciones descomunales terminó en la boca de Paula, quien lo fue recorriendo cada vez un poco más deprisa acelerando los latidos de David.

Paula dejó aquel chupa chups, se abrazaron, se besaron, y poco a poco sin quererlo, pero queriendo a la vez, la verga de David, se fue introduciendo en las entrañas de Paula,

Ahora era ella quien de dolor gritaba y gemía sin poderse contener. David, la besó sin final, aunque solo fuera para que nadie la escuchara. Europa sonaba una y otra vez en la habitación, la luz tenue, los dos acompasados beso a beso, piel con piel, durante unos minutos fueron uno.
Agotados, después de saciarse, Paula se quedó recostada sobre el pecho de David, quien le acariciaba su melena. Preciosa, le dijo, esta noche estás preciosa. Quédate a dormir, le pidió ella. Y mañana temprano vuelves a casa.

La noche pasó, llegó el amanecer del nuevo día, y la tarde después. A las seis en punto, dos calles más abajo del domicilio de Paula, salía David de su casa, con una rosa en la mano, al llegar a buscar a su ¿amante? la llamó a gritos desde la calle, Ella bajó presurosa. Y allí en el portal encontró a David, con la rosa en los labios, y con un te quiero escrito en las baldosas de la calle.
Se fundieron en un beso, las espinas hirieron los labios de los dos, pero con el tiempo el amor que había nacido entre ambos cicatrizó cualquier huella. Aquellas calles por las que tantas veces se habían visto sin fijarse, fueron testigos de su amor, que hasta entonces solo había sido escrito por las redes sociales.


1 comentario:

  1. "Las espinas hirieron los labios de los dos" aun refiriéndose a la rosa es una frase con mucho más contenido, que dice mucho más de la relación normal en la vida. Muy bien

    ResponderEliminar