lunes, 26 de enero de 2015

ROSAS INTENSAS


Era un día plomizo, de estos que la niebla cala hasta los huesos. 
Alba esperaba la llegada de su novio. Era un día especial para ellos, hacia dos años que se habían prometido.
Adrián llegó tarde a casa, como de costumbre, pero con un ramo de rosas.
Alba estaba acostada, leyendo todas las Sombras de Grey que le quedaban.
Adrián encendió la luz tenue de la habitación camuflado tras el ramo de rosas. Besó a su chica en unos labios que pedían a gritos una noche de lujuria.
Voy a la ducha, te vienes cielo? Alba asintió.
Tomó a Adrián de la cintura, poco a poco se fueron desnudando, y el baño se fue llenando de vapor. Sus cuerpos se rozaban bajo el agua, el aromático jabón de rosas, perfumaba aquellos cuerpos ardientes.
Empapados, sin apenas secarse, Adrián tomó en sus brazos a Alba y la llevó hasta la cama. La llenó de besos, por todas partes, y ella correspondió tanto deseo con un "te quiero" y unas caricias en el pelo, unos besos en el cuello de su chico.
No había tiempo que perder, los cuerpos hervían, Alba temblaba con cada roce de las manos de Adrián, y él pedía sin decirlo, culminar tanto amor.
Entrar uno en el otro, llegar a la locura. Alba se dejó llevar.
Poco a poco Adrián la penetraba, dándole placer, acariciandole los senos, la melena. Solo se oía el cierzo, pues sus gemidos se acallaron con un beso, sus lenguas enrolladas, el suave olor a rosas... el orgasmo llegó a la par para ambos cuerpos. 
Minutos intensos, llenos de placer, de vida, de amor, de lujuria.
Alba exhausta, tras tanta pasión, se recostó sobre el pecho de su chico, le besó, le acarició cada poro de su piel, intercambiando "te quieros" .
Desnudos, abrazados, enamorados, Alba y Adrián se durmieron cubiertos por la colcha de seda y el ramo de rosas, que intacto como su amor apareció sobre su lecho al amanecer.